Las emisiones de la aviación están a punto de despegar nuevamente

Fecha: 19 de Julio 2022

Fuente: SwissInfo

Tras dos años de restricciones por la pandemia, la demanda de vuelos se ha disparado. Muchos suizos, conocidos en el mundo por ser viajeros frecuentes, se alistan para volar este verano. ¿Pondrán en riesgo el cumplimiento del objetivo climático de Suiza las nuevas emisiones de CO2?

Durante la mayor parte de la crisis de COVID-19, el aeropuerto de Ginebra se observó inquietantemente vacío. Los mostradores de facturación y los carruseles de equipaje acumulaban polvo, mientras los aviones permanecían en las pistas. Sin embargo, con el levantamiento de las restricciones de viaje, los pasajeros han regresado súbita y masivamente.

La temporada alta de las vacaciones de verano aún no iniciaba. A pesar de ello, la principal terminal de Ginebra estaba en plena ebullición en aquella resplandeciente mañana de un martes de junio. Los carritos desfilaban con maletas multicolores apiladas. Muchos aburridos viajeros revisaban sus teléfonos al tiempo que conformaban serpenteantes filas para abordar sus vuelos hacia Lisboa, Atenas y Dubái. En el exterior, algunos pasajeros disfrutaban de un cigarrillo de último minuto.

“Toda la gente que conozco está viajando. Este es mi tercer vuelo desde que reinició la normalidad”, señalaba Amella entre bocanadas de humo.

La joven ingeniera de Lausana viajaba a Estambul con su madre, esposo e hija para celebrar el cumpleaños número 50 de su madre. “Tuvimos que trabajar desde casa durante la pandemia de COVID, pero tan pronto fue posible comencé a viajar de nuevo”.

Después de dos años en los que la COVID azotó, la gran demanda contenida, la eliminación de restricciones de viaje en muchos mercados y la acumulación de ahorros personales impulsan un dinámico resurgimiento, afierma la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA). El organismo rector de la industria global de la aviación minimiza las dificultades que tomaron por sorpresa a los aeropuertos y aerolíneas de Europa, que actualmente padecen escasez de personal y huelgas de trabajadores que piden mejores salarios y condiciones laborales.

Pese a las posibles perturbaciones, las autoridades de Ginebra esperan que este verano el tráfico aeroportuario represente el 90% del observado en 2019. El aeropuerto de Zúrich anticipa un comportamiento similar. Pero esta recuperación, más dinámica de lo esperado, y la trayectoria creciente en la demanda de vuelos reviven la pregunta de cómo frenar la emisión de gases de efecto invernadero producidos por la aviación para que Suiza sea capaz de cumplir la meta de tener una huella carbónica cero en 2050.

A los suizos les encanta volar, mucho más que a otros europeos. Cada ciudadano suizo vuela unos 9 000 kilómetros al año, estimó la Oficina Federal de Estadística en 2015.

 

Amella vuela aproximadamente seis veces al año, principalmente en Europa, pero dos de sus vuelos suelen ser intercontinentales. En febrero fue a la isla tanzana de Zanzíbar a bucear. Admite que le preocupa el daño al planeta cada vez que realiza un vuelo largo. “Sé que no es bueno para el medio ambiente, pero sigo haciéndolo. Es que quiero ver el mundo”.

“Quote GB”

 

 

Recuperación

Amella no es la única inquieta por las emisiones de la aviación. Los grupos ambientalistas WWF y Greenpeace advirtieron recientemente sobre el impacto de la recuperación de la industria aérea.

“Me temo que nos recuperaremos e incluso volveremos a la trayectoria creciente de vuelos que teníamos antes. Escucho a la gente decir mucho más a menudo ‘finalmente puedo viajar de nuevo’ que ‘esta pandemia realmente me hizo reflexionar sobre todo el sistema'”, señala Georg Klingler, experto en clima de Greenpeace Suiza.

Los viajes aéreos se han multiplicado rápidamente en las últimas décadas y seguirán haciéndolo, ya que es una necesidad humana, replica Hansjörg Bürgi, editor en jefe de la revista de aviación suiza Skynews.ch.

“En América del Sur, África y Asia, por primera vez, muchas personas están ganando -o ganarán- lo suficiente para poder viajar y visitar a amigos o familiares. Ese es el principal impulsor del tráfico aéreo”, añade.

Aumentan emisiones por la aviación

Hoy en día, los aviones representan entre el 2 y 3% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2), pero antes de la pandemia su participación crecía a una gran velocidad. Las emisiones globales de CO2 podrían duplicarse para el año 2050 con respecto al 2019, ya que cada vez más personas vuelan, según las cifras de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) consignadas a continuación.

 

En Suiza, el porcentaje de emisiones de CO2 generado por la aviación es mucho mayor, ya que reportó 59 millones de viajeros aéreos en 2019, el doble que en 2005. En el mismo período (2005-2019), las emisiones de CO2 del tráfico aéreo crecieron a una tasa del 3% anual.

El país alpino reconoció recientemente que había incumplido su objetivo de reducción de gases de efecto invernadero del 2020. El sector del transporte, incluida la aviación, fue uno de los principales responsables.

Los vuelos nacionales e internacionales (civiles y militares) representaron el 11% de las emisiones de CO2 suizas, según cifras suizas al año 2019, que son las más recientes disponibles. Los científicos y el gobierno reconocen que las emisiones directas de CO2 generadas por la aviación tendrían que multiplicarse por un factor de tres para ponderar el impacto medioambiental real que tienen (generan también emisiones de óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, hollín y vapor de agua).

Recalculando a partir de este criterio, el sector de los vuelos hacia y desde Suiza es el que genera el peor impacto medioambiental (27% del total), seguido por otros transportes (23%), la construcción (18%) y la industria (18%).

No existe un pronóstico del Gobierno suizo para la emisión de gases de efecto invernadero que provocará la aviación en la etapa post-COVID. Pero un cálculo realizado por la Oficina Federal de Aviación Civil en 2015 predijo crecimientos anuales del 3,2% en el número de pasajeros y del 2,1% en el volumen de vuelos para el periodo 2013-2030.

Aviones más “verdes” en el largo plazo

La aviación es una de las fuentes contaminantes de más rápido crecimiento y difícil tratamiento. Poco antes de las conversaciones climáticas de la ONU en Escocia, en 2021, la industria aérea se comprometió a conseguir emisiones carbónicas cero para el 2050, pero admitió que el hidrógeno y los aviones eléctricos no operarían de forma significativa antes del 2040. Por lo tanto, los combustibles fósiles tradicionales tendrán que ser reemplazados antes por combustibles de aviación sostenibles (SAF en inglés), que producen hasta 80% menos de emisiones carbónicas y que se fabrican a base de biomasa (plantas o residuos) o carbono reciclado.

En Suiza, los críticos culpan al gobierno y a la industria de la aviación de la falta de una estrategia contundente para frenar las emisiones carbónicas del sector. Pero las autoridades afirman que están dando pasos significativos.

Suiza participa ya en el esquema internacional CORSIA de compensación de emisiones, aunque aún los resultados sean modestos, expresó la ministra de Medio Ambiente, Simonetta Sommaruga, ante el Parlamento en mayo. Recientemente, sustentando en la ley revisada de CO2, el gobierno propuso medidas para la reducción de emisiones carbónicas en 2030, como otorgar subvenciones a las empresas que usen SAF y combustibles tradicionales, y fondos para la investigación de SAF. La industria aérea se enfoca también en una operación energética más eficiente de sus aviones -en tierra y aire- y está dispuesta a invertir en proyectos de compensación de carbono.

Philippe Thalmann, profesor de economía ambiental de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, tiene dudas sobre la efectividad de las medidas de compensación o del uso de otros combustibles para frenar las emisiones. En su opinión, los combustibles hechos de biomasa solo crean dolores de cabeza ambientales adicionales.

“El sector de la aviación tiene la intención de reducir su impacto climático de una manera que no implique reducir su actividad”, dice, “yo no creo en ningún programa de mitigación que no implique también menos vuelos”.

Billetes de avión más costosos

Una medida potencial para reducir el número de pasajeros regresa a la mesa: un impuesto sobre los billetes de avión.

Esta propuesta formaba parte de la ley de CO2 que fue rechazada por los votantes suizos en junio de 2021. Pero sigue siendo relevante, coinciden el grupo ambientalista umverkehR y el Club Suizo de Transporte VCS, quienes tienen previsto lanzar una iniciativa popular la próxima primavera. Un libro blanco publicado el año pasado dejó claro que un impuesto diferenciado para los billetes de avión reduciría en 21% el número de pasajeros suizos y recaudaría 1 000 millones de francos suizos anuales para proyectos climáticos.

“Deberíamos arriesgarnos a decir que volar es demasiado barato y discutir sobre el hecho de que es una actividad indirectamente subsidiada por el IVA y el impuesto sobre el combustible. Eliminar esos subsidios indirectos es el paso más relevante. El segundo paso sería un nuevo impuesto para los boletos aéreos”, dice Klingler de Greenpeace.
El periodista de aviación Bürgi duda sobre la efectividad de un impuesto suizo: “El problema del medio ambiente tiene que resolverse a nivel global, o al menos a nivel europeo.  Si pones un impuesto en los vuelos suizos, la gente simplemente irá a Milán o Múnich para volar desde allí”.

En teoría, la gente apoya esta idea. Una encuesta reciente  sugirió que el 72% de la  personas interrogadas apoyaría el aumento del precio de los billetes de avión por razones climáticas. En caso de introducir un gravamen, el 42% de los 1 000 encuestados apoyan un impuesto de 30 francos suizos para vuelos cortos y de 120 francos para vuelos de largo recorrido. El 50% estuvo de acuerdo con pagar más.

¿Volará pues esta idea si se somete a una votación a nivel nacional? Es difícil preverlo. Una encuesta previa realizada por el grupo de medios Tamedia indicó que la mayoría de los suizos no pagaría más por mitigar el cambio climático.

Mientras Amella apagaba su cigarrillo y buscaba su pasaporte y tarjeta de embarque para indicarnos que era hora de partir, se manifestaba a favor del impuesto. “Pienso que es mejor si la gente toma menos vuelos”, dijo, “si viajo a Francia o a países cercanos a Suiza, tomo el tren o comparto un coche, intento ser cuidadosa, el problema es que me gusta demasiado viajar”.

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