Fecha: 23 de Febrero 2023
Fuente: Swiss Info
Suiza tiene otra gran especialidad menos conocida que los relojes, el chocolate, los productos farmacéuticos o la tecnología espacial: la robótica. Se dedica principalmente a la investigación, no obstante, muchas de sus máquinas ya están en el mercado.
En un país que destaca en ingeniería de precisión y electrónica, los robots parecen una evolución natural. En 2010, la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia (FNS) puso en marcha el Centro Nacional de Competencia en Robótica (NCCRL), el primero de este tipo en ciencias de la ingeniería.
Tras 12 años y unos 85 millones de francos invertidos, la financiación finalizó en noviembre de 2022. ¿Cuál será el resultado? Hoy en día, los robots más populares no se fabrican en Suiza, sino en Japón, Corea, China, Alemania o Estados Unidos. No obstante, Suiza sigue siendo líder mundial en investigación, y los productos de sus start-ups (empresas emergentes) están llegando al mercado.
Sus robots atraen a un gran público, y especialmente a los niños, como se pudo comprobar a principios de noviembre de 2022 en Lausana, cuando el tradicional Día Suizo de la Robótica, normalmente reservado a los profesionales, optó, por primera vez, por celebrar una jornada de puertas abiertas.
Como directora del Laboratorio de Algoritmos y Sistemas de Aprendizaje (LASAL) de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), Aude Billard también dirige el nuevo NTN Innovation Booster en robótica, que promoverá la continuidad de conocimientos y la transición a la fase industrial.
Para algunos productos, esta fase ya está muy avanzada. Es el caso de los drones, sobre todo los profesionales, un ámbito en el que las marcas suizas se encuentran entre las más exitosas del mundo, como muestra este rápido resumen de 2018.
¿Y por qué ceñirse al tradicional dron-helicóptero? El Laboratorio de Sistemas Inteligentes (LIS) de la EPFL está desarrollando un dron con forma de pájaro. Gracias a la elevación de sus alas, consume mucha menos energía y, por tanto, puede volar durante mucho más tiempo que un dron convencional con una sola carga de batería. También tiene garras, que le permiten recoger objetos y posarse en un cable, posiblemente eléctrico, para recargar su batería.
El profesor Darío Floreano, director del laboratorio, y que dirigió también el NCCR Robotics durante 12 años, nos enseñó cómo funcionan estos drones con forma de pájaro y nos abrió las puertas de su laboratorio.
Estos drones no son juguetes. Sin embargo, todavía no son capaces de entregar mercancías o rescatar personas, por ejemplo. En la actualidad, se utilizan principalmente para mirar y ver cosas que el ojo humano no puede ver, que puede ser muy valioso en el área de la agricultura, entre otras.
Hoy en día, nadie se imagina encontrarse con C-3PO o un Terminator, ni siquiera en un laboratorio. Si el robot humanoide es todavía un sueño lejano, algunos ya se acercan a los animales, equipados como están con esos apéndices tan preciados para ir a todas partes: las piernas. En este ámbito, las máquinas americanas de Boston Dynamics son especialmente impresionantes.
En Suiza aún no hemos llegado a ese punto, no obstante, una start-up de Zúrich ya ofrece una especie de perro robótico capaz de moverse en entornos difíciles. Estamos pensando en las misiones de rescate, tras una catástrofe o un bombardeo. Pero aún estamos lejos de eso.
Puede que los robots aún no sean capaces de sacar a una persona de los escombros, pero pueden hacer mucho por nuestra salud. El amplísimo campo de la robótica médica ha sido uno de los mejor representados en los proyectos apoyados por el NCCR.
Se trata de prótesis robóticas, exoesqueletos diseñados para devolver la movilidad a las personas con discapacidad y cirujanos robóticos.
Para documentar uno de nuestros artículos, nos reunimos con un pionero en este campo.
También está el profesor robot, potenciado por la pandemia y la enseñanza a distancia. Sin embargo, aquí todo el mundo está de acuerdo: puede que un día sea un asistente, pero nunca remplazará definitivamente a un profesor.
Porque aunque son ágiles, intrépidos, rápidos, ven mejor y calculan más rápido que nosotros, un robot no tiene la inteligencia de un humano. Su inteligencia es artificial, lo que marca la gran diferencia. Hasta ahora, ningún sistema de inteligencia artificial ha superado la prueba de Turing, inventada hace 70 años, que consiste en que un ordenador se haga pasar por un humano en una conversación a ciegas.
Esta es la situación actual de la robótica en Suiza. ¿Prometedora o decepcionante? Todo depende de cómo se mire. Sin embargo, lo que sí es cierto es que el desarrollo de esta disciplina avanza a una velocidad vertiginosa.